7 Mentiras bien vistas. Los Mitos del Emprendedor
- Andrés Mulas
- 21 jul
- 6 Min. de lectura
No hay nada más peligroso que una mentira con buena fama.
Me invitaron a una feria de jóvenes emprendedores.
De primeras dije que sí, encantado.
Ese tipo de espacios me entusiasman más de lo que debería. Los disfruto. Me dan vida.
Pero luego me dijeron la fecha. Y no había manera. Viaje cerrado, compromisos inamovibles.
Me dolió decir que no.
Y aún así, decidí escribir la charla que tenía en mente. Como si fuera a darla.
Porque me quedé con la espina.
Porque tengo mucho que decir a esos nuevo valientes.
Porque, si me invitan a la siguiente, no pienso fallar.
No quería hablar de lo que siempre presento. Nada de estrategia, ni de propósito, ni de procesos, ni de organización, ni de finanzas, ni del millón de temas relacionados.
No porque no importen. Importan muchísimo. Sino porque siento que es como hablarle de correr maratones a quien aún no ha aprendido a caminar.
Esta vez quería ir más hondo. Más incómodo. Más personal.
Quería hablar de la parte psicológica del emprendedor. De eso que nadie te explica cuando estás empezando.
En concreto, de los mitos. No de todos, eso da para varios libros, sino de los más arraigados.
Pero ojo, no de los que te quitan la ilusión de emprender.
Sino, para mí los más preligroso, los que te empujan a emprender a toda costa. Y cuando te lso crees empredes totalmente a ciegas.
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Esta no es la charla completa. No es para eso este foro.
Hoy solo quiero contarte los 7 mitos que hacen que muchos emprendedores se lancen a navegar por el océano del emprendimiento con poco más que una balsa de plástico muchas veces y ni siquiera traen unos simples remos.
El primero, “con actitud todo se puede.”
No.
Con actitud puedes empezar. Puedes aguantar. Puedes motivarte. Pero también puedes equivocarte con mucha energía.
Tener actitud sin dirección es como ir al desierto con toda la fe del mundo y sin agua. Terminas deshidratado y frustrado, pero muy motivado.
Y lo peor es que, al final, lo atribuyes todo a ti. Crees que fallaste por no tener suficiente actitud, en vez de revisar si la estrategia era débil o si el modelo no tenía pies ni cabeza.
Confundir actitud con dirección es como confundir gasolina con GPS. Una te mueve. La otra te guía. Y necesitas las dos.
“Rodéate de gente que crea en ti.”
Y claro que hace falta apoyo emocional. Pero cuidado con rodearte solo de fans. No necesitas un club de fans. Necesitas un equipo de realidad.
Si solo escuchas a quien te aplaude, terminas formando una cámara de eco que te embriaga. Y cuando despiertas, ya estás en el barranco.
Un verdadero socio, consejero o amigo no es el que te dice “dale, tú puedes”,sino el que se atreve a preguntarte:“¿Estás seguro de que esto tiene sentido?”
Y ahí es donde te das cuenta de que el feedback incómodo es el que más te cuida. El que te hace dudar antes de invertir lo que no tienes. El que te cuestiona justo a tiempo.
No todo el que te frena es un enemigo. A veces, es tu cinturón de seguridad.
“Visualiza el éxito y lo atraerás.”
Visualizar no es soñar despierto con un yate y una copa de vino.Visualizar sirve si te ves tomando decisiones incómodas, enfrentando conflictos, resolviendo problemas. Te aviso. Al universo le das igual.
Si no hay acción detrás, visualizar se convierte en el opio de los emprendedores.
La visualización no reemplaza el trabajo. No es un pase mágico. Es, como mucho, un ensayo mental. Pero si después del ensayo no hay función, lo único que hiciste fue fantasear.
El riesgo de creer que basta con visualizar es que te frustra más rápido .Porque cuando no llega el resultado que “visualizaste”, en vez de ajustar tu enfoque, te culpas por no haber visualizado “con suficiente fuerza”.
“Con mentalidad todo es posible.”
Esta es la favorita de los gurús de LinkedIn (cualquier otra red social vale). Esos que te prometen seis cifras en dos meses desde una hamaca en Bali.
Que te venden mentalidad como si fuera plan de pensiones. Que te ofrecen cursos para enseñar a vender cursos para enseñar a vender cursos.
No. Emprender no es eso.
Es más parecido a estar solo, de madrugada, revisando el flujo de caja con un nudo en el estómago.Y al día siguiente, volver.
No porque tengas mentalidad. Sino porque tienes compromiso.
La mentalidad ayuda, claro. Pero si fuera lo único, todos los coaches millonarios serían también empresarios exitosos.
Y no es así.
Una buena mentalidad sin ejecución es solo motivación cara.
“La suerte lo es todo.”
Y sí, influye. Hay momentos, contactos y contextos que ayudan.Pero cuando pones la suerte en el centro, te desresponsabilizas.
Si te va bien, te crees un genio. Si te va mal, le echas la culpa al universo. Ni lo uno ni lo otro.
Si te va bien, pregúntate por qué. Si te va mal, revisa qué puedes mejorar.
La suerte existe. Pero no es confiable.Y definitivamente no es replicable.
Un negocio que depende de la suerte, no es un modelo. Es una apuesta.
“Montar un negocio con dinero lo hace cualquiera.”
Como si no ahogarse con salvavidas fuera trampa. Pues claro que el dinero ayuda. No garantiza nada, pero te da oxígeno para equivocarte sin asfixiarte.
Emprender sin capital no es épico. Es suicida.
No romantices la escasez. El dinero no te asegura el éxito, pero su ausencia sí te acerca al fracaso.
Montar un negocio sin dinero te obliga a ser creativo, sí, pero también te pone a la defensiva desde el día uno. No puedes probar, no puedes fallar, no puedes esperar.
No es valentía. Es limitación disfrazada de heroísmo.
Y vamos con el útlimo. “Copiar al que le va bien y forrarse," o el clásico, “montamos lo mismo que el de (rellena el que quieras) y nos hacemos ricos.”
Como si el éxito fuera una receta que se copia y pega.
No ves los márgenes, ni la estructura de costos, ni la cultura del equipo, ni lo invisible que hace que ese modelo funcione donde está, no lo más improtante, loq ue le hace diferente.
Cuando copias sin entender, estás empezando desde el lugar más débil, sin alma propia.Y eso, tarde o temprano, se nota. Y duele.
A mí me pasó. por eso te hablo con conocimeinto de causa,hace muchos años de eso. Ya te lo contaré.
Y aprendí una lección que me salió carísima, lo que como cliente parece simple, como emprendedor es una maquinaria compleja que no perdona errores.
Mi reflexión final
Ya te estoy escuchando. "Pues mi primo/vecino, de la nada montó un negocio de éxito y es un inútil. No debe ser tan difícil."
"Échate la mano" y habla con él y escucha todo lo que te va a contar. Te vas a sorprender.
Lo que nos está matando no es el fracaso. Es seguir creyendo mitos que suenan bonito pero te hunden lento.
Te hago un resumen de los mitos para que los tengas muy presentes:
Como pensar que con actitud basta.
O que rodearte de aplausos es construir comunidad.
Que visualizar éxito es lo mismo que trabajar por él.
Que si no te haces rico desde la playa, algo estás haciendo mal.
Que todo depende de la suerte.
Que emprender con dinero no tiene mérito
.O que copiar al de enfrente es lo mismo que entender un negocio.
Siete ideas que se repiten como mantras, pero que en realidad son trampas.
Porque lo que empieza con mitos, termina con excusas.
Y el emprendimiento no se sostiene con frases,sino con decisiones incómodas, preguntas reales y una estrategia que no dependa del horóscopo (o de las cartas).
Nos leemos en la edición 92
🫂Un abrazo, Andrés.
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