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La navaja de Ockham: Un Viaje hacia la Efectividad Empresarial II

“Chicolini puede hablar como un idiota y tener aspecto de idiota. Pero no se lleven a engaño... es un idiota”. Groucho Marx- Sopa de Ganso.

Esta semana me acordé de una escena memorable de Sopa de Ganso, película de 1933 (91 años nada menos). No viene al caso hacer una sinopsis, pero como todas las de los hermanos Marx, es un conjunto de locuras encabezadas por el genial y surrealista Groucho.


En una escena de la película, Groucho Marx, en medio del juicio por traición contra Chicolini, asume el rol de abogado defensor(mala suerte para Chicolini) y, con su característico humor, comienza su alegato con esa maravillosa frase con la que arranca este artículo.


La repito, “Chicolini puede hablar como un idiota y tener aspecto de idiota. Pero no se lleven a engaño... es un idiota”. Un claro intento de su "abogado" de demostrar al juez que sus actos de traición, se deben a que es un idiota, no a que sea un traidor.


Aunque parece una simple broma, nos recuerda una gran verdad: lo más obvio suele ser cierto. Y aquí entra en juego la Navaja de Ockham.


Este principio, explicado por el filósofo medieval Guillermo de Ockham, establece que, entre varias explicaciones posibles, la más sencilla suele ser la correcta.


Sin embargo, en el ámbito laboral, es común ver cómo complicamos innecesariamente los procesos, creyendo que lo complejo es sinónimo de mejor. Al hacer esto, perdemos tiempo, energía y, a menudo, oportunidades.


¿Alguna vez te has encontrado frente a un problema en el trabajo y has pasado horas, o incluso días, elaborando una solución complicada solo para descubrir que la respuesta más sencilla era la correcta desde el principio?


Entonces, ¿por qué no recurrir más a la simplicidad en nuestras decisiones?

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No es la primera vez que reflexionamos sobre complejidad y la simplicidad en esta newsletter. Te dejo el enlace por si te animas a leerlo. Hoy quiero enfocarlo más en no tenerle miedo a aceptar la simplicidad como herramienta de gestión.


La obsesión por la complejidad en el trabajo

En muchos entornos laborales, la complejidad parece tener un valor especial.


Cuanto más complicado es un proyecto o una solución, más prestigio parece tener. La realidad es que, muchas veces, buscamos justificar nuestro trabajo añadiendo capas de dificultad, ya sea para impresionar o para evitar la percepción de que no estamos haciendo lo suficiente. Pero esta mentalidad puede ser contraproducente.


Pongamos como ejemplo una reunión de equipo: en lugar de llegar a una decisión simple y clara, las discusiones se alargan con detalles innecesarios, informes extensos y análisis que realmente no aportan valor. Imagino que todos hemos tenido, tenemos y tendremos momentos como estos..


Al final, lo que pudo resolverse en media hora se convierte en una maratón de varias horas que deja a todos agotados y con la sensación de que no se ha avanzado lo suficiente.


Estudios como los realizados por John Payne y James Bettman de la Universidad de Duke muestran que el exceso de información y alternativas no conduce a mejores decisiones. De hecho, muchas veces las empeora, ya que la complejidad puede generar confusión y bloquear el proceso de toma de decisiones.


Herramientas ágiles: simplicidad en acción

Aquí es donde la Navaja de Ockham encuentra una aplicación perfecta en el trabajo diario. Un ejemplo claro de esto es la diferencia entre enfoques tradicionales y metodologías ágiles, como Scrum, que promueven la simplicidad y la iteración rápida.


Imagina que estás a cargo del lanzamiento de un nuevo producto. Puedes optar por un enfoque tradicional y más complejo, que implica meses de planificación, múltiples rondas de revisiones, grandes volúmenes de documentación y decisiones tomadas por comités interminables. O bien, puedes optar por una metodología ágil como Scrum, que favorece ciclos cortos de trabajo (sprints), pruebas rápidas y ajustes constantes basados en la retroalimentación del cliente.


Este enfoque, aunque más sencillo y directo, permite a los equipos adaptarse rápidamente a los cambios y centrarse en lo que realmente importa: el valor que aportan al usuario final.


Mientras que los enfoques tradicionales, requieren que cada fase del proyecto esté completamente terminada antes de pasar a la siguiente, las metodologías ágiles permiten la flexibilidad necesaria para hacer ajustes sobre la marcha.


Esto es un reflejo de la Navaja de Ockham en acción: ¿por qué complicar el proceso con múltiples pasos si podemos obtener resultados más rápidos y efectivos simplificando el flujo de trabajo?


Se ha demostrado que es posible avanzar rápidamente, realizando entregas continuas de valor mientras se ajustan y optimizan los productos en función de la retroalimentación real del cliente, el usuario,etc., en lugar de trabajar durante meses en un plan rígido que podría volverse obsoleto antes del lanzamiento.


El miedo a lo simple

A pesar de los beneficios evidentes de la simplicidad, muchas personas y empresas todavía temen implementarla.


Parte de este miedo radica en la creencia de que una solución simple es una solución incompleta o poco trabajada. Nos han enseñado que lo elaborado es mejor, y que para ser tomados en serio, debemos ofrecer algo “grande” o “complejo”.


Sin embargo, como dijo el autor :

Antoine de Saint-Exupéry: “La perfección se logra, no cuando no hay nada más que añadir, sino cuando no queda nada más que quitar”.

Esto significa que simplificar NO es sinónimo de hacer menos esfuerzo, sino de hacer mejor uso de nuestros recursos, eliminando lo superfluo y centrándonos en lo esencial.


La simplicidad también implica tomar decisiones difíciles.


En una empresa que adopta metodologías ágiles, esto puede significar dejar de lado ciertos aspectos de un proyecto para centrarse en lo que realmente añade valor, algo que puede ir en contra de la tendencia natural de querer abarcarlo todo.


Cómo aplicar la Navaja de Ockham en tu trabajo diario

Adoptar la simplicidad como filosofía de trabajo no solo es eficiente, sino que también reduce el estrés y mejora los resultados.


Aquí te dejo algunos consejos prácticos para aplicar la Navaja de Ockham en tu vida profesional:

Cuestiona la complejidad: Antes de implementar un proceso largo o complicado, pregúntate si es realmente necesario. ¿Es posible alcanzar el mismo objetivo con menos pasos o menos recursos? Si la respuesta es sí, entonces simplifica.


Adopta metodologías ágiles: Si trabajas en un entorno de proyectos, considera el uso de metodologías ágiles como Scrum, que fomentan ciclos cortos de trabajo, la retroalimentación continua y la adaptación constante. Estas herramientas permiten una mejor gestión del tiempo y la energía, al mismo tiempo que ofrecen resultados más rápidamente.


Prioriza la claridad en la comunicación: Evita el uso de jergas técnicas o explicaciones excesivas en correos, informes o reuniones. La claridad es el primer paso hacia la eficiencia. En lugar de impresionar con palabras difíciles, busca que tus ideas sean comprendidas rápidamente.


Evalúa constantemente el valor agregado: Pregúntate si las tareas que estás realizando realmente aportan valor al proyecto, al cliente, al usuario (a cualquier stakeholder) o si son pasos adicionales que podrían eliminarse sin afectar el resultado final. Para mi el más importante de todos. Si no aporta valor, cuéstinate que exista.


La valentía de simplificar

Al final del día, optar por la simplicidad es un acto de valentía.


En un mundo que premia lo grandioso y lo complicado, simplificar puede parecer arriesgado. Pero la Navaja de Ockham nos enseña que lo más sencillo es muchas veces lo más efectivo. No se trata de eliminar la calidad, sino de enfocarnos en lo esencial y evitar la sobrecarga de procesos que no añaden valor.


Así que la próxima vez que te enfrentes a un problema en el trabajo, recuerda (yo lo hago) a Groucho Marx y pregúntate:

¿Estoy buscando una solución más complicada de lo necesario?


Quizás la respuesta más simple sea también la más correcta desde el principio.


Y hasta aquí la newsletter de esta semana ¿Te atreves a aplicar la Navaja de Ockham y las herramientas ágiles en tu día a día? ¡Me encantaría escuchar tus experiencias!


Saludos a todos(as) y un fuerte abrazo,

Andrés

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